¡Te escribo a más de dos tintas!

Puedo escribir a dos tintas, pero prefiero pintar de color mis palabras cuál arcoíris en el ocaso de la lluvia.

Con las mismas tintas que agotan mis manos, deseo de manera frenética tatuar tu piel y ¡vaya que solo con tintas! quiero fundirme en ella y matizar en ti esta lujuria que se alza como una muralla, llenarte de tal placer que se te olvide tu nombre y empieces una nueva existencia.

Quiero irrumpir en tus más bajos instintos, recorrer tu piel como agua caliente y descubrirme en cada parte de ella, como quien busca tesoros en el más agitado de los siete mares.
Desbocar tu cabello, enlazar mis dedos en el y volverle esclavo de tu mirada, y en ese momento, en ese preciso instante mostrarte que se puede tener cielo y tierra en la misma cama.

Nuestro encuentro será glorioso, agotaremos nuestros cuerpos, transpiraremos pasión, sucumbiremos ante nuestras caricias y luego nos regocijaremos en una inmensa calma que hará que la vida sea más placentera.

Una y otra vez como ese río que que va y viene quiero penetrar tu conciencia y más aún que el baile improvisado de nuestros cuerpos se vuelva eterno, hacernos libres y dejar que nuestros sueños y fantasías nos lleven a lugares inexplorados donde la conciencia humana jamás imagino.

Pretendo ser tu caballero, tu genio, tu amante, valorarte como a una reina (que ya lo eres), concederte tus más fieros deseos y desgastarme en tu cuerpo y en tus ganas como él fuego extinto de una vela al amanecer, después de una cálida noche alumbrando la bruma del camino que lleva a la felicidad.

Por: El timido Jacques Cousteau

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